jueves, 13 de diciembre de 2007

En 2009 está en juego el poder total

El año 2009 se plantea clave para El Salvador porque están en juego todos los poderes del Estado. El poder total del país.
Habrá votaciones generales para definir el próximo presidente y vicepresidente (poder Ejecutivo); también se elegirán 262 gobiernos municipales (poder local); además de 84 diputados (poder Legislativo); a la cuenta se suma la renovación de dos tercios de la Corte Suprema, incluido su presidente (poder Judicial); y, de ribete, a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (poder electoral).
Las negociaciones políticas —valederas en toda democracia, siempre que prevalezca el bien común— para los próximos meses se esperan más que interesantes, porque los políticos no solamente están tronando sus dedos por la repartición de puestos, sino porque en el fondo pueden significar su futuro no solo partidario sino también económico. Y, en el fondo, también impactará en forma positiva o negativa en nuestras vidas.
Pero, ¿por qué serán interesantes? Precisamente porque se abrirá el debate si la actual Asamblea elegirá a los cinco nuevos magistrados de la Corte Suprema, incluyendo al sustituto del presidente del Órgano Judicial. Recordemos que la anterior Asamblea eligió dos Cortes Supremas ante la queja del FMLN que se quedó fuera de la repartición. Eso no será posible con la actual Asamblea.
El congreso actual solo permite una negociación entre ARENA y FMLN para lograr la mayoría calificada (56 votos que salen de los 34 areneros y los 32 farabundistas). O caso contrario, que ARENA lograra alianzas con PCN, PDC, CD y que cuatro del FMLN los “acompañen”. Claro, ello significa que estos efemelenistas terminarán siendo expulsados de su partido (como ha ocurrido en otras ocasiones con aquellos que votan contrario a la línea partidaria); cosa que no se puede descartar porque en política no existe la palabra “nunca”.
Otro escenario que se perfila es que la derecha retrase esa elección con la esperanza que en la renovación de la Asamblea logren mayores escaños y que no necesiten de los votos del FMLN, pero ello implicará apostarle a un improbable ¿Qué tal si la derecha es la que baja su escaños y la izquierda los incrementa? Esa posibilidad no se puede descartar, más si tomamos en cuenta que el FMLN está poniendo sobre la mesa de ofertas electorales una carta nada despreciable: Mauricio Funes. Pero el triunfo o el fracaso de Funes dependerá del contrapeso que la ponga la derecha, principalmente el candidato que escoja ARENA.
Pero los maestros de los cálculos políticos tendrán la última palabra sobre en qué momento renovar la Corte Suprema; en todo caso y si el escenario no es favorable a la derecha, con el hecho de adelantar la elección legislativa, quedarán tres meses para hacer cálculos con la actual Asamblea y antes que la próxima asuma.
Una vez electa la renovación de una tercera parte de los magistrados de la Corte Suprema, será interesante conocer a quién sustituirá a Agustín García Calderón (primer licenciado en ciencia jurídicas que ha llegado a conducir este Órgano del Estado), que, de continuar como hasta la fecha, se retirará con más pena que con gloria. Los más de seis años que lleva al frente no ha dejado de recibir críticas por corrupción en el sistema judicial por el Departamento de Estado de los Estados Unidos; solo para mencionar un ejemplo. Actualmente la sociedad entera se pronuncia por la falta de una depuración real que sanee toda su estructura y que se combata a la corrupción y el clientelismo.
Luego nos queda la elección de los magistrados del TSE, que debe lograrse antes del 1.º de agosto, pero su conformación —si no se da la reforma electoral que se espera— dependerá de la cantidad de votos de cada partido para repartirse los puestos.
Es entonces que las elecciones generales se vuelven más que importantes.
De ahí que los partidos, derecha o izquierda, no están tratando de lograr alianza de cara a mantener la actual estructura político-partidaria; lo que está en juego es mucho más que eso: el poder total en la conducción del país para los siguientes años y, por qué no decirlo, del futuro del país y su incidencia en nuestro diario vivir.