
José salió el miércoles, como todos los días, muy temprano de su casa. Se despidió de sus dos pequeños hijos y de su mujer, María; a ella le llamó la atención que en forma espontánea él le dijera: Mirá María, te quiero pedir disculpas por lo mal que a veces te he tratado y porque muchas veces peleamos si razón alguna. A ella le extrañó el comentario porque nunca en sus más de 10 años viviendo juntos se había disculpado por nada, pero aceptó las disculpas, se despidieron y se marchó.
Este hombre corpulento que viste ropas gastadas y que realiza muchos sacrificios para mantener a su familia, se fue con su mochila donde transporta bolsas cargadas con dulces y golosinas las cuales vende en buses del transporte colectivo.
Esta familia vive en una champa alquilada en un cantón en Coatepeque, Santa Ana, luego de tener que dejar su pueblo natal tras el asesinato de Juan, su hermano, hace un año y medio y que dejó en orfandad a sus pequeños hijos. Juan tenía unos 25 años al momento de ser asesinado por delincuentes y vecinos suyos, quienes le exigían una renta por su venta de pan. Nadie los denunció por miedo, aunque después los capturara la policía por otras fechorías menores, más no por el asesinato de Juan. Esta familia ante la impotencia y la desconfianza en las autoridades, optó por dejar la justicia en las manos divinas.
El miércoles cuando José se dirigió hacia el punto de buses en un municipio cercano para realizar su venta diaria.
María, la mujer de José, llevó a los hijos a la escuela y ella se fue a su trabajo de lavar y planchar ajeno. Por la tarde cuando retornó no le extrañó que José tardara en llevar, porque varios días por semana él se iba a un pequeño culto cristiano y ese día sería el encargado de predicar la Palabra.
Pero las horas pasaron y José no regresaba, María se preocupó pero era ya demasiado tarde para salir en aquella oscurana a buscarlo. En estos cantones, nadie está a salvo en la noche y por temor a los delincuentes prefieren no salir de sus champas.
Al día siguiente la familia, sumida ya en la preocupación y pensando lo peor desde el asesinato de Juan, se dedicó a buscarlo por todas las partes posibles y en su desesperación llamaron al 911 de la policía donde solo les tomaron la denuncia pero no les dieron mayores esperanzas de hacer mucho. Claro, los cánones policiales apuntan a que deben esperar 72 horas para considerar a una persona desaparecida. Fueron a la zona donde José se dedica a la venta de dulces y golosinas en los buses y solo un "colega de profesión" les confirmó haberlo visto llegar el miércoles. Luego de eso, ya nadie dice recordar nada. Silencio total.
Recorrieron otros posibles lugares donde José podría haber ido con su venta ambulante, se dirigieron al hospital, delegaciones policiales. Llamaban con insistencia a su celular y parecía estar apagado. Nada.
La noche del jueves la familia entera, la madre y los hermanos de José se fueron a la cama con la mayor de las angustias. La tranquilidad de la noche fue abruptamente interrumpida cuando sonó el celular de Marina y en la pantalla aparecía que era José quién llamaba. Ella respondió y escuchó otra voz que la amenazó desde un inicio. Le dijo que tenían secuestrado a este humilde vendedor de dulces, padre de dos pequeños y dueño de nada. Le han pedido que entreguen $500 y que se olviden de llamar a la policía.
En este momento, mientras muchos hogares celebra el "día del padre", la familia de José está sumida en la angustia e intentando recolectar una cifra de dinero que nunca ha estado disponible en sus manos y solo oran por lograr reunir el dinero y que estos delincuentes que tienen secuestrado a su esposo y padre de sus hijos, no lo asesinen.
Esta triste historia no ha termina aquí, no sabemos cuál será el desenlace. Lo que sí puedo decirles es que la historia es real y solo he modificado los nombres y algunas locaciones. Queda claro que a los criminales no les importan las personas, solo quieren dinero fácil y rápido.
Yo me pregunto todavía ¿porqué el Presidente Funes y su gabinete de seguridad salieron en diciembre pasado dándose un brindis por el "éxito" en sus planes contra la delincuencia?

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