La región debe tener la esperanza de que no se materialicen los grandes riesgos internacionales que se han venido vaticinando hasta el momento, pero debemos estar preparados en caso que llegaran a ocurrir.
Si bien en la actual coyuntura los efectos de la crisis económica no llegan a los niveles alcanzados en Estados Unidos o en Europa nada puede dejarse a la suerte, por lo que todo riesgo debe estar debidamente calculado por nuestros respectivos gobernantes.
Esto pasa por tres pilares macroeconómicos, como lo destaca el Fondo Monetario Internacional al analizar las claves en la fortaleza de la economía brasileña: metas de inflación, responsabilidad fiscal y tipo de cambio fluctuante.
Claro está que este último pilar solo puede ser utilizado por aquellos países con moneda propia, como Brasil, donde los desequilibrios de la balanza de pagos se corrigen automáticamente por depreciación o apreciación del tipo de cambio.
Pero en nuestra región en donde dos economías se encuentran –técnicamente– dolarizadas –aunque en la práctica todas dependan del dólar– estamos siendo afectados por lo que está ocurriendo en la gran nación del norte, que sigue siendo el principal socio comercial.
Un estudio de 2004 del Consejo Monetario Centroamericano (excluyendo a Panamá) ya daba cuenta que para ese año había unos $2,297 millones en circulación en la región, lo que representaba el 72% de la emisión monetaria de los países.
Buena parte de la inyección de dólares se debió al envío de remesas. Entre 2000 y 2008, los envíos crecían a un ritmo del 19.2% anual, hasta que llegó la crisis inmobiliaria a Estados Unidos, en donde los más perjudicados fueron las economías dependientes de este recaudo: El Salvador y Honduras, naciones cuyos envíos de dinero representaban un 20% del Producto Interno Bruto (PIB).
La crisis ha demostrado que en la región se ha fracturado entre el CA-4 (integrado por Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) y el CA-2 (integrado por Panamá y Costa Rica), donde cada vez es más palpable la diferencia en la calidad de vida de los residentes en el sur, quienes tienen más acceso a servicios básicos y educación, además de que poseen un mayor ingreso per cápita que sus vecinos del norte.
Si bien se espera que Centroamérica en conjunto cierre el año con un crecimiento económico cercano al 4.5%, el PIB solo es llevado al alza por el buen momento en el CA-2, porque en el lado del CA-4 Guatemala y El Salvador difícilmente podrán alcanzar un 3% y 2% respectivamente.
El éxito del CA-2 en la actual coyuntura sólo se puede explicar por la adopción de políticas macroeconómica responsables que han logrado buenos resultados, la moderación en su gasto corriente y por la creación de fundamentos sólidos para incrementar su productividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario