
No es tiempo de ponerse a llorar sobre la leche derramada, debemos de fortalecernos y valorar en su justa dimensión aquellas pequeñas cosas que no requirieron dinero sino un trozo de nuestro tiempo, una palabra oportuna y el abrazo incondicional cuando menos se esperaba.
Pero también demos a las cosas materiales su justa dimensión y reconocer el avance y el progreso que hemos conseguido no solo en forma individual sino colectiva, como sociedad, y dejar de lado el malinchismo que siempre nos caracteriza. Veamos hacia el futuro y meditemos qué clase de nación queremos para nosotros y para dejar como herencia a nuestros hijos.
La crisis económica que recién comenzamos a sentir en nuestra economía familiar pueda que se agrave el próximo año y una de las maneras de sobrellevarla será despojarnos de los gastos superfluos, el consumismo excesivo y dando paso a la solidaridad.
Los invito a elevar una oración por todos los que seguimos en esta tierra y por aquellos que partieron. Feliz Navidad y Prosperidad en 2009. Recuerden, donde unos ven crisis, otros ven oportunidades.
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