viernes, 25 de abril de 2008

Encuentro entre el sistema de libertades vrs. la caravana de la esperanza...

No se trató de un simple juego amistoso, de fogueo para dos selecciones que nunca se habían encontrado en una cancha futbolística; en el fondo se trató de un espeluznante símil de los ya tan conocidos encuentros ideológicos entre el sistema de libertades vrs. la caravana de la esperanza... y para terminar de concretar el cuadro, teniendo como árbitros una tripleta gringa y a los hermanos lejanos como simples espectadores.
El Coliseo de Los Ángeles, en California, se convirtió el pasado miércoles en un “teatro de ensueño”. Los que estamos en el país, solo pudimos disfrutar del encuentro por medio de la señal abierta de Canal 4. Otra coincidencia.
Pero las coincidencias y contrastes no paran ahí.
El pitazo inicial del árbitro estadounidense dio inicio al encuentro. El equipo azul “defensor del sistema de libertades” movió primero la pelota en un mar de banderas azuliblancas que copaban las tribunas. El equipo rojo con su “caravana de la esperanza” no pareció amilanarse porque en medio de aquel mar azuliblanco tenían sus seguidores que también agitaban sus propias banderas rojas.
El juego fue tomando su ritmo y la azul se fue posicionando del terreno, aunque ambos equipos parecían correr más en la cancha de lo que comúnmente observamos en otros encuentros. Los “defensores del sistema de libertades” comenzaron a desarrollar su estrategia y se aproximaban con peligro al área rival, defendida por los rojos, cual si fueran insultos de campaña pero sin penetrar el arco contrario, que era férreamente defendido por Zhenyu Song, el portero.
Lo mismo ocurría pero en menor intensidad en el marco defendido por Miguel Montes. Los rojos tampoco lograban penetrar el marco, pero se aproximaban con igual intensidad y peligro... pero solo de contragolpe.
Todo parecía un encuentro regular hasta que una llegada de mucho peligro dentro del área de los rojos puso en entredicho el papel del árbitro central estadounidense, quien en ese momento –a lo mejor por que el juego no tenía mucho tramo recorrido– se hizo del “ojo pacho” y no pitó una clara mano dentro del área. Es posible que el árbitro no quiso incidir en un momento que el marcador se mantenía 0-0, para no aparecer ante los espectadores presentes (los hermanos lejanos) como que inclinaba la balanza. Total, había tiempo por delante.
El partido continuó. Cada equipo parecía igualado en condiciones físicas, pero había variables dignas de resaltar y cito varios ejemplos: Los chinos comunistas vestían uniformes marca Adidas (esta marca está valorada en $4,847 millones en el top 100 del ranking Brand), la cual contrataba con los uniformes Atlética de la azul, marca que no aparece en el ranking. Pero los contrastes no paran ahí. Los chinos se dan el lujo de usar uniformes Adidas gracias al nivel de crecimiento de su economía, que el año pasado cifró el crecimiento de su PIB en 11.9%, superior al 4.7% del BID guanaco. Otro aspecto es que el equipo rojo ha reclutado en sus filas a aquellos jugadores que superan la estatura promedio en su población y casi todos eran más altos que los salvadoreños.
Minuto 39. Rudis Corrales recibe un balón al borde del área –sabiendo que entrando a la zona de los 16.50 mts. ha sido infructuoso hasta ese momento– decide tirar desde ahí. Le dio con tal fuerza que casi se escapa a caer. El portero Song no logra atajarlo, ni siquiera toca la pelota y termina en el fondo de la red. Era un gol con sabor a “Vamos con todo”. La celebración en las gradas, de los simples espectadores, era explosiva, llena de júbilo. El primer tiempo concluía con alegría.
Pitazo de segundo tiempo. Los rojos mueven esta vez el balón, pero lo pierden y desde el campo defendido por los azules se despeja una pelota que termina en las piernas de Rudis, quien nuevamente cruza a Song de zurda y, en solo 12 segundos ponía el marcador 2-0. Los hermanos lejanos, los espectadores, el orgullo no les cabía, el pecho se les hinchó y su achicado corazón se les salió por los ojos.
Pero los rojos no se darían por vencidos. Tenían 44 minutos para revertir el marcador.
La remontada inició al 68, cuando el árbitro estadounidense no vaciló en pitar un penalti a favor de los chinos tras una dudosa falta sobre el delantero Lin Yang por parte de Manuel Salazar. Es probable que el criterio político-diplomático del árbitro se impuso. Total, los azules estaban ganando y en esta ocasión no parecería que inclinaba la balanza, total, China es su principal socio comercial. El comercio bilateral entre estas naciones se situó en $221,360 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2007, con un aumento del 15.6% con respecto al mismo período del año anterior. Así de grande son sus relaciones. Comparado a $5,114 que significa el comercio bilateral EUA-ES.
Zhambo Xiao selló ese regalo del árbitro.
Ya envalentonados los chinos, comenzaron a merodear con más entusiasmo y tomaron el control del partido. Por eso, el gol del empate llegó por añadidura a los 66 minutos por el delantero chino Yang, quien le ganó las espaldas a los defensores azules.
Terminó el juego y no hubo perdedores ni ganadores. Mientras los chinos comunistas se llevaron en su “Caravana de la esperanza” y con el su mensaje de “viene el cambio”; los azules dejaron el sabor del “País más justo” en su defensa por la libertades; para los hermanos lejanos no pasó a más que de ser un simple show, como ocurrirá en las próximas elecciones generales porque no podrán votar. ¿Y el arbitro? Bien, gracias... La verdadera batalla será en 2009.


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