
Las autoridades guatemaltecas no descartan que el asesinato de Rivera, y quien en El Salvador fuera conocido como "Zacarías", se trató de una venganza de algún grupo del crimen organizado, "por el trabajo que él realizó en casos de secuestros".
Las labores de Zacarías siempre estaban rodeadas de polémica y grupos de derechos humanos del vecino país lo vinculaban con una supuesta "limpieza social"; recientemente Zacarías había dicho en una entrevista concedida al periódico guatemalteco Siglo XXI que estaba abierto a cualquier investigación: "Me someto a todas las investigaciones del mundo, no hay ningún problema... mis manos y mi conciencia están limpios". Y en otra entrevista concedida el lunes antes de su asesinato dijo al periódico Prensa Libre que en El Salvador había quedado como "el mal querido" por sus investigaciones sobre varios secuestros, en algunos atribuidos a la derecha y otros a la izquierda.
Los caminos entre Zacarías y los salvadoreños se cruzaron en varias ocasiones, la última vez fue porque él había participado en las investigaciones por el asesinato de los tres diputados areneros del Parlamento Centroamericano (Parlacen) y su conductor, ocurrido el 19 de febrero de 2007 en la carretera que de la capital guatemalteca conduce hacia El Salvador. En ese hecho fueron asesinados los parlamentarios William Pichinte, Eduardo d’Aubuisson y Ramón González, así como el motorista Gerardo Ramírez.
Zacarías llegó a El Salvador en 1983 como parte de un convenio entre el PDC (que en ese momento gobernaba el país con Napoleón Duarte) y el Instituto Venezolano de Educación Popular (IVEPO), como especialista y asesor en el área de seguridad. El venezolano siempre fue vinculado a la CIA y a grupos anticastristas que operaban no solo en El Salvador, sino a nivel regional.
Primero investigó varios secuestros que fueron atribuidos a la derecha y militares, entre ellos: El coronel Joaquín Eduardo Zacapa Astacio (capturado en mayo de 2004 y purga una condena a 20 años de cárcel), el mayor José Alfredo Jiménez y el empresario Orlando Llovera Ballete, ambos prófugos.
A Zacapa y a los dos fugitivos se les atribuyen los secuestros de los empresarios Carlos Venetulio Oviedo, René Cordón Pauls, José Luis Zablah y Elías Bahaia, todos ocurridos durante la guerra civil.
Luego Zacarías fue parte de las investigaciones en varios casos de secuestro, como los de Guillermo Sol Bang (empresario y ex presidente de la CEL), los empresarios Kerim Salume y Alberto Hill y el menor Andrés Súster, entre ortos. Todos estos casos fueron perpetrados por una célula de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) , brazo armado del Partido Comunista durante la guerra, una de las facciones del FMLN. En este caso está condenado y es prófugo el ex comandante guerrillero Raúl Alexander Granillo Laínez (alias Marcelo) quien es buscado por la INTERPOL; también hay otros ex guerrilleros que purgan penas en prisión. También investigó otros casos atribuidos a la derecha.
Zacarías, quien después fue contratado como asesor durante la administración de Hugo Barrera como Viceministro de Seguridad, también participó como negociador en varios casos de plagios.
Pero luego se fue del país tras cuestionarse su participación en la investigación del asesinato de Adriano Vilanova, perpetrado por varios agentes policiales a quienes se les intentó encubrir. (Foto de Prensa Libre de Guatemala)
Aquí les dejo parte de la entrevista que concedió al periódico guatemalteco Prensa Libre el lunes anterior a su asesinato.
La última entrevista de Rivera
(Prensa Libre)
Víctor Rivera no utilizaba palabras que no tuvieran algún significado. Leer entre líneas será muy útil para comprender en su totalidad la entrevista que concedió el lunes recién pasado, entre las 18.30 y las 22 horas, poco antes de su asesinato.
P/ Una de las razones que supuestamente ha sustentado su destitución fue que usted, junto con su grupo de tarea, forman una estructura paralela.
R/ Yo mismo me he preguntado hasta la saciedad de dónde sale la idea de que esto es una estructura paralela, si yo estoy contratado por el Estado y mi gente son policías. Somos una unidad de asistencia a la víctima y de seguimiento de casos, en ese contexto de análisis casuístico de modus operandi, para evidenciar estructuras criminales. Es importante que exista el concepto de lo que en realidad somos, una fuerza de tarea, pero hay personas que han pensado otras cosas, que somos el Pentágono; uno tiene que ser realista. Lo que sí tenemos es una extraordinaria voluntad y luchamos para conseguir la información para evidenciar la autoría del hecho criminal investigado y, en definitiva, nosotros terminamos produciendo un material al Ministerio Público (MP).
Absolutamente falso; trabajamos tanto casos de gente de muchos recursos hasta de escasos recursos. Acabamos de sacar el caso de un señor de Chimaltenango, humilde, y ahí están la niña en casa y las órdenes de capturas solicitadas. Nos enteramos a medianoche, otros hubieran dicho: “Ah, hasta Chimaltenango; mejor mañana”. No, señor, a las 12 de la noche, que nos enteramos, nos fuimos, y a la 1 estábamos en un On The Run —en referencia a una tienda de conveniencia—; trabajamos todos. En la mañana, temprano, el padre de la víctima estaba poniendo la denuncia en el MP.
A usted nunca le ha gustado ser público, quizá por eso lo consideran una persona muy cerrada.
Es cierto, pero la coyuntura indica que hay que hacer expresión de lo que hemos sido y lo que hemos luchado y hecho. Por ejemplo, de El Salvador me ha llamado mucha gente asombrada, porque ahora les dicen que soy un delincuente, que asesiné al joven Vilanova y hui con una orden de captura.
En El Salvador, soy un malquerido... Espere, que traje mis chuletas (refiriéndose a sus apuntes). En 1984-1985, en El Salvador, se dieron secuestros interesantes. En 1985, secuestraron a Elí Bahaia, que es el actual designado a la presidencia de El Salvador de Tony Saca; a José Luis Tablas, a Benótulo, que vive aquí desde ese entonces; secuestraron a Víctor René Cordón, un guatemalteco que vivía en El Salvador y que era el representante de Vifrío, y al doctor Ortiz Mancía, que había sido canciller de la República. Toda esta gente era y sigue siendo de la derecha salvadoreña. Cada uno de estos estuvo mínimo entre seis a nueve meses en cautiverio, no dos días. Al final del camino, con la liberación de Ortiz Mancía, resultó que los secuestradores hacían lo posible para que las víctimas creyeran que era el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), pero no era verdad, era la derecha salvadoreña, la misma derecha secuestrando a sus mismos hombres, haciéndoles daño, en una guerra sucia para hacer creer que era un secuestro de la guerrilla.
¿Cree que le están haciendo pagar haber descubierto eso?
Ya vas a ver. Esto llevó como consecuencia órdenes de captura de coroneles, mayores, tenientes y gente que en aquel entonces era de Alianza Republicana Nacionalista (Arena). Incluso, allanamos la casa de Antonio Cornejo, secretario general de Arena. En ese momento, ¿en qué quedó Zacarías para la izquierda salvadoreña? ¡Era el rey!, porque nosotros evidenciamos que no era la izquierda, era la derecha imitando a la izquierda.
Incluso en el caso de la muerte de los parlamentarios salvadoreños dijeron que había sido la izquierda.
Sí, a mí también me filtraron esa información (...). Lo interesante es que algunos de estos coroneles se escaparon de El Salvador a Guatemala, y tomaban café en el local comercial de alguna persona que ahora suena. Ellos lo saben, y ellos saben que nosotros lo sabemos. Incluso, en aquella oportunidad, agarraron aquí a uno entrando en ese local comercial, y me lo entregaron en la frontera.
Entre 1992 y 1993 se dieron otra vez unos secuestros importantes en El Salvador. Plagiaron a don Billy Sol, secretario de finanzas de Arena; a Guayo Salume, de empresas salvadoreñas; a Nelson Machuca, hijo de un ingeniero que durante el conflicto interno construyó muchas instalaciones militares, y también a Alberto Hill... y si les preguntan a sus papás quién estuvo al lado de ellos trabajando hasta que llegó Alberto durante nueve meses, fue el humilde Zacarías. Cuando se presentaron estos secuestros, yo estaba en otro país trabajando, y el agregado militar de El Salvador me fue a buscar y me dijo que el presidente Cristiani quería verme. Me reuní con don Billy Sol, que me dijo que no me preocupara, porque en esta oportunidad no iba a trabajar tanto; ellos sabían que el responsable era el Ejército, que le estaba pasando la factura a Fredy (Alfredo Cristiani) por firmar los acuerdos de paz.
Pero no era así.
Empezamos a trabajar, y al cabo de nueve y 10 meses le pedí una reunión al presidente, para decirle cómo íbamos y quiénes eran los secuestradores. No era la derecha, era el FMLN haciéndose pasar por militares, y el autor intelectual era don Schafik Handal, dirigente del Partido Comunista Salvadoreño. Antes, yo era el malo para la derecha y el bueno para la izquierda; con esto pasé a ser lo contrario. Pero más con menos, igual a cero, quedé como “el malquerido”.
Vamos a analizar. Antes de salir de El Salvador en la segunda oportunidad, se da el problema de la muerte de Vilanova. Ya había conocido en El Salvador a representantes del sector público y privado de Guatemala, y ya habíamos hablado de que si Álvaro Arzú llegaba a la Presidencia, había posibilidad de venirme. Se da el caso Vilanova, en septiembre de 1995, y nuestra pequeña fuerza de tarea hizo un trabajo completo; a la fiscal la bajé al precipicio donde estaba el cuerpo, con arnés; fuimos los investigadores, no los investigados. Por eso me pregunto: ¿hasta cuándo nos van a echar el muerto? —fueron policías quienes asesinaron al joven, pero no pertenecían al grupo de Rivera—.
Y vino a Guatemala en 1996.
Aquí llegué con el gobierno de Arzú; me contrató porque yo necesitaba estar dentro del Estado para operar, para poder presentar los casos en los tribunales. Pero seguí trabajando con el gobierno de Alfonso Portillo, con el de Óscar Berger; hasta hoy. Siempre dentro del Estado, nunca he trabajado como investigador privado.
Pero trabajaba en el edificio Empresarial.
No tenía oficina en el ministerio, pero la mayor parte de las veces me reunía con la gente en sus casas, en lugares públicos, siempre donde ellos se sintieran más cómodos.
¿Por qué Carlos Vielmann, ex ministro de Gobernación, decidió que se trasladara al ministerio?
Fue decisión de él; yo trabajaba para Gobernación, pero nadie me había pedido que estuviera físicamente allí, pero el ex ministro Vielmann me quería más cerca.
Pero eso conllevó que se involucrara en casos que iban más allá de secuestros.
Siempre lo hemos hecho, nuestra unidad es de investigación contra el crimen organizado. Investigamos extorsiones, secuestros, asaltos a bancos y casos especiales. Entre esos, hay algunos de homicidios, pero es una unidad técnica, que cruza información, que analiza. El que venga a mi puesto no vaya a creer que va a encontrar una gran oficina con cien pantallas que, al apachar el botón, sale el nombre del asesino; no. Si tenemos que ir a pedir una licencia de conducir, uno de los muchachos va a la zona 6; si tengo que pedir datos de cuentas bancarias, hablo a algunos de los amigos, y me dan la información, pero es información técnica, y toda se la paso al Ministerio Público, siempre.
Uno de estos casos especiales es el de la muerte de los diputados salvadoreños. ¿Qué significó salir a la luz pública y meterse en un caso complicado?
El caso de los salvadoreños empezó como un caso de secuestro, porque un amigo común de los fallecidos me dijo que los habían secuestrado. La familia no se imaginaba que estarían en otro tipo de suerte, ni nosotros. Estábamos en carretera a El Salvador como a las 18.30 horas, cuando entonces nos llaman y nos avisan que hay una camioneta en llamas. Empezamos a buscar para llegar a ese sitio. Lo cierto fue que tristemente llegamos a la escena, con este amigo, y al ver la camioneta, las placas, nos dimos cuenta... Ese 19 de febrero había una brisa tremenda, se le metía a uno por todos lados, y por supuesto, aquella escena, y polvo de ceniza por todos lados.
Ahí llegó todo el mundo.
Llegó el ministro, llegó el fiscal general, estuve en comunicación con Tony Saca, venía Rodrigo Ávila; los esperamos. El Gobierno guatemalteco tomó la decisión, nos dijeron: “Comisario Rivera, queremos que su equipo trabaje este tema”. En ningún momento sospechamos nada de nadie, pero fue precisamente allí, en la escena, donde una autoridad salvadoreña dijo, in situ: “Si de algo les sirve, siempre he tenido la sospecha sobre Pichinte”. Acordamos reunirnos a las 4 horas, en el MP. Allí llegaron familiares de los señores diputados, que ya habían arribado al país, y estando allí el familiar de uno dijo: “Siempre le comenté a mi familiar que tuviera mucho cuidado y le cuestioné la reunión con Pichinte”. Eso lo afirmó una persona de El Salvador. Segundo flash. Y empezamos a trabajar. Ya conoces toda la historia, la individualización de escenarios de este equipo de trabajo, la individualización de personas, teléfonos, vehículos, armas, la solicitud de órdenes de captura, de análisis de la intercomunicación, la aprehensión de los señalados en el caso; todo lo ha hecho esta humilde fuerza de tarea.
LA ENTREVISTA COMPLETA LA PUEDE LEER AQUÍ:
http://www.prensalibre.com/pl/2008/abril/09/230895.html
NOTA:
Momentáneamente he limitado la sección de comentarios por recientes y reiterados ataques con virus. Gracias por su atención.
Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario