
La película guatemalteca Gasolina fue la ganadora en la categoría Horizontes Latinos del festival de cine de San Sebastián. En esta categoría se encontraba concursando la cinta sobre las pandillas salvadoreñas La vida loca del franco-español Christian Poveda. (foto página web del festival)
Al final, los jueces del festival se inclinaron por una historia de jóvenes menos fatalista si comparamos únicamente la trama de Gasolina con la de La vida loca; mientras la primera es la historia de tres jóvenes guatemaltecos que deambulan por las noches en las calles y que para ello roban gasolina, en el caso de la segunda es la historia de desesperanza, drogas y violencia de los jóvenes pandilleros salvadoreños.
El Diario del Festival publicó una breve nota sobre el premio o consigna que el director de Gasolina, el guatemalteco Julio Hernández Cordón, se mostró estar
“sumamente sorprendido” por el premio.
“sumamente sorprendido” por el premio.
“El nivel de la selección me ha parecido fantástico, con películas maravillosas dirigidas por personas a las que admiro; la verdad es que ante ellas me sentí como el pequeño de la clase”, consigna el periódico.
Hernández se va de Donostia con una imagen “inmejorable” del Festival: “La gente hace cola para llenar las salas, se queda tras la proyección para escuchar
los comentarios de los directores, hace preguntas… He sentido que ven las películas con la misma pasión y amor que quienes las hacen”.
Gasolina es la historia de tres adolescentes: Gerardo, Nano y Raymundo, que se dedican a robar gasolina para salir por las noches a dar vueltas sin rumbo en el carro de la madre de uno de ellos por las calles de Guatemala.
En esos viajes sin rumbo, como puro pasatiempo, en cada parada que hacen es un golpe con la realidad y que pone a prueba la amistad, y nos plantea que ésta suele ser una frontera delgada entre la traición, la decepción y una solidaridad de rasgos kamikazes cuando se es adolescente.
También es una historia "intimista" en la que los extremos y la polarización exponen que los pequeños momentos de sinceridad y de agobio son los que definen a una juventud, retratan a un país y nos visualizan su futuro.
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