sábado, 25 de octubre de 2008

Periodismo y democracia


Un grupo de periodistas de Latinoamérica unieron sus talentos para publicar un libro único en su género, en donde se abordan temas relacionados a la profesión de las letras y a la realidad de sus respectivos países: Periodismo y democracia (Antología).

Son 18 periodistas radicados en El Salvador, Perú, Guatemala, República Dominicana, Paraguay, Venezuela, Honduras, Colombia y Bolivia quienes retratan al periodismo en sus respectivas naciones. El equipo lo complementan dos editores radicados en Suecia: un sueco y un boliviano.

El proyecto surgió a iniciativa de un grupo de colegas que fuimos escogidos para formar parte del primer grupo de periodistas latinoamericanos becados para asistir a un seminario de tres semana en las ciudades suecas de Kalmar y Estocolmo para discutir sobre el periodismo y la democracia en nuestros países, en comparación con la realidad escandinava. Fue precisamente este primer grupo que ha permanecido unido y comunicado quienes propusieron al Instituto sueco de capacitación profesional de periodistas (Fojo) la posibilidad de concretar nuestras experiencias sintetizadas en un libro, mismo que sirviera de insumo para la discusión y debate del periodismo a escala latinoamericana.

Fue así como Fojo logra la ayuda y el apoyo de la agencia sueca de cooperación internacional para el desarrollo (ASDI) y se concreta la publicación de este primer libro.
El lanzamiento oficial se hizo en la ciudad de Estocolmo el 13 de octubre anterior y hasta allá se desplazó una de las periodistas colaboradoras en el proyecto, la colombiana Mary Luz Avendaño (“Periodismo en un país en guerra”) quien relata lo más cotidiano a lo que se enfrentan los reporteros en ese país suramericano y que no están exentos de sufrir en carne propia la brutalidad de la violencia.

“Permítanme contarles quizás la experiencia más dura y aterradora a la que puede enfrentarse un ser humano: el secuestro. / Después de haberlo padecido puedo asegurar que es el delito más atroz que existe. No sólo por lo que significa para la víctima, sino para la familia. El secuestro termina con la tranquilidad de quienes sufren esta situación. No saber nada de un ser querido es peor que saberlo muerto. La incertidumbre lesiona el alma. La vida para estas familias se acaba. Las horas pasan lentas esperando que suene el teléfono con noticias de su ser querido. Las personas se quedan detenidas en el tiempo, sin duda es la muerte en vida.”

Otro colombiano, Élber Gutiérrez Roa (“‘Diga lo que quiera, pero aténgase a las consecuencias’. Paradojas de la libertad de expresión en Colombia”) nos retrata cómo ese país posee una de las legislaciones más garantistas del mundo occidental pero que en la práctica se queda en papel. A tal grado que los colegas están sufriendo constantes intentos de restricciones, amenazas, autocensura y, sin dejar de lado, la irresponsabilidad de algunos periodistas.

“A finales de 2006, por ejemplo, quien esto escribe fue testigo de un hecho que no parece inusual. Por encargo de la revista SEMANA viajo a la zona norte del país, en el Mar Caribe, para hacer una investigación sobre la infiltración paramilitar en la política y establecer si era cierto que en uno de esos municipios existían centenares de fosas comunes en las que habrían sido enterrados quienes se atrevieron a desafiar su poder. La investigación fue realizada en medio de la tensión propia del forastero al que muchos lugareños se acercan para advertirle que no se meta en esos temas. / Cuando el escrito fue publicado, un misterioso comprador de la región se las arregló para adquirir por anticipado todos los ejemplares de la revista, con lo cual la denuncia jamás circuló en los sitios en los que ocurrían los desmanes. Dicha forma de censura resultó no ser nueva. Mientras las cifras demostraban reducción en el índice de asesinatos de periodistas, las prácticas de censura de los armados mutaron y se volvieron más recursivas.”

Quien mejor retrata algunos de los pecados del periodismo es Erick Ortega (“Justicia comunitaria y violencia: Irresponsabilidad periodística”) : “Cadáveres quemados, muertos por golpizas y personas con rostros hinchados por los golpes empezaron a mostrarse en los noticieros. El medio día y la noche, se habían convertido en los horarios pico para la emisión. / En los linchamientos lo único que faltaba era los aplausos para los asesinos. Son imágenes que cuentan historias de venganza, como intentando que los vengadores sean comprendidos y hasta aplaudidos. El medio que las emite es un agente importante y como tal no debiera olvidar la vigencia del estado de derecho, pero… / Una vez en cámara lenta, otra con velocidad normal, lo importante es captar los golpes, las patadas que se multiplicaban contra los delincuentes. Y ahí están los periodistas poniendo el micrófono para que las personas eyaculen odio a través de los medios.”

El colega venezolano Héctor Bujanda (“Una visión omnicomprensiva del periodismo y la democracia”) va más allá y retrata del cómo el periodismo llega a convertirse en el fiel reflejo de lo que está ocurriendo en su entorno, en su sociedad, y llega a olvidarse de sus valores que lo fundamentan: “A estas alturas parece una redundancia, pero lo vamos a repetir: a Chávez se le ama o se le odia, al proceso politico que lidera se le venera o se le maldice. Así, sin medias tintas. No existen puntos de consenso o miradas comple73 jas, los puentes se han roto y ha desaparecido el terreno de traducción permanente que debía ejercer el periodismo como institución. Ha desaparecido el periodismo que debe registrar, documentar y presentar con sentido del equilibrio los diversos disensos entre las fuerzas políticas existentes. Lo que ha surgido es un periodismo de propaganda y movilización, de denuncia fácil y de adulación. Un periodismo al servicio de los intereses políticos del chavismo y de la oposición. El periodismo se ha convertido en un arma de guerra.”

Pero no todo es irresponsabilidad en las coberturas o que los periodistas formen parte de la polarización. En Honduras Rosa Morazán (“Riesgos y desafíos para un periodismo libre”) aborda el tema de cómo la corrupción ese país hace llegar sus tentáculos hasta la prensa: “En las relaciones prensa-poder, la corrupción ha constituido un hilo delgado y frágil por medio del cual, los gobiernos, y también sectores de interés particulares, intentan cooptar a la prensa y sus periodistas bajo mecanismos de silencio o de chantaje. Este mecanismo se puede identificar de dos formas: amenazas en contra de quien efectúa labores investigativas orientadas a desnudar los nexos e hilos de la corrupción, o compra de conciencia a los reporteros, editores e incluso negociaciones con dueños de medios para evitar que salga alguna información ‘incómoda’. Aquí estamos entonces, frente al segundo cerco informativo que pone en riesgo el ejercicio de un periodismo libre.”

El periodismo no es más que el reflejo de nuestras realidades latinoamericanas, con sus crisis, defectos y beneficios. Es así cómo podemos apreciar la estrategia o la tendencia que siguen muchos políticos: ver en los profesionales de las comunicaciones la manera más fácil y audaz para capitalizar la falta de réditos que les permitan mantener el poder.

Es así como mi intervención (“Cruzando la línea: de periodistas a políticos”) planteo: “¿Es ético ese cruce de línea imaginaria de periodista a político? Es un debate apenas abierto en la historia reciente en el país. Muy pocos se atreven a llamarlo falta a la ética; en el gremio, el nivel de censura o aprobación por el paso dado por algunos de sus colegas es más por un solo factor, el “tiempo”: ¿El paso de periodistas a candidato fue inmediato o no? / Todos reconocen que el hecho de dar ese paso está dentro de los parámetros de la legalidad y que no se transgreden las leyes, al menos no las de El Salvador. / Los matices de censura o aprobación en el gremio periodístico tienen que ver con el hecho de si se está formando capital político para forjar una candidatura partidaria o para sostener su carrera de manera profesional.”

En el fondo, este libro pretende ser un punto de partida para el debate de ideas sobre y para el periodismo, que, como podemos dimensionarlo en toda su extensión, si quitamos los nombres de los países bien podríamos (me mayor o menor medida) estar hablando de nuestras propias realidades.

El periodista boliviano radicado en Suecia Carlos Decker-Molina (“Marco referencial”) detalla: “Si hubo una ironía histórica durante la guerra fría, fue la creación del espejismo definitivamente maligno de la ‘estabilidad’ y la ilusión de un mundo inamovible en el que las nuevas fichas solían encajar en uno u otro lado del tablero del ajedrez hegemónico, una partida que parecía no tener fin. / Por estas razones la guerra fría fue la primera manifestación global. Se dio en Moscú y Washington y se repitió en Managua, en Bogotá, en Estocolmo o en Pulacayo, una lejana mina de Bolivia. / Al desaparecer el muro de Berlín, desapareció ese mundo bipolar que influyó, tanto en las fábricas y talleres, como en las redacciones y las editoriales. / Al romperse la ilusión de la estabilidad, se abrió el mundo de la fragmentación. Nuestras sociedades, incluso las más ordenadas como la sueca, padecen los ramalazos de las fuerzas centrífugas. Las reacciones son diferentes en cada caso. Ya no hay parámetros ideológicos de medida, el mundo se torna policromo y los ilusos que creyeron en la victoria de uno de los mundos hegemónicos se enfrentan al rompimiento del viejo equilibrio que desmorona todo a la vez.” (...) “Los trabajos que se presentan en esta Antología nos describen una gran parte del continente latinoamericano, donde —a pesar de los términos democráticos de la vida política— los peligros son evidentes y hasta tangibles para el periodista y para el periodismo. Aparte del reto por mejorar las condiciones económicas, las condiciones de trabajo y la seguridad personal, hay otros desafíos que son más bien políticos, jurídicos y/o constitucionales.”

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1 comentario:

  1. Jefe Alfredo

    Muy buena su reseña. Leí también algunos de los trabajos del libro, que no queda otra palabra más que decir que es excelente. He seguido los comentarios de nuestra página, espero pronto reintegrarme y escribir. Hay mucho que contar y no sé por donde empezar. Besos a tu esposa e hijos. Un abrazo tu amiga nica.

    Wendy

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